Concepto
de religioso
Deligoso.sa adj relativo a la religión.
Adj m/ f dícese del que ha tomado habito es un orden religiosa.
Concepto
de fanático
M / f
que sigue ciegamente una opinión o doctrina. Que defiende tenazmente una
creencia religiosa.
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vinculaciones entre los dos conceptos
Fanatismo
religioso: El fanatismo religioso es uno de los
tipos de fanatismo que más controversia, ha generado a través de la historia en
cuanto bajo ésta se han llevado a cabo conflictos bélicos, holocaustos,
asesinatos y actos terroristas. Durante siglos, miles de hombres fanáticos se
han visto influenciados bajo las grandes religiones para así llevar actos que
van en contra de la propia religión lo cual deja a ver que el individuo está
actuando no bajo fe, sino por pura obsesión. El fanático religioso se
identifica con un individuo de conducta ciega con una religión en particular,
lo que le lleva a provocar actos contra personas que no creen en ésta mediante
una lógica inflexible. En los siglos XVI y XVII el fanatismo religioso alcanza
un alto grado ya que estos simpatizantes condenaban las ciencias -al condenar
éstas a la religión mediante la razón- los reyes -acusados de superficiales
materialistas que llevaban una vida de placeres- y a los estudiosos de los
astros -a quienes se acusaba de servidores de Satanás-. El fanatismo tiene un
principio en parte compartido con la fe, según el cual quien piensa diferente
se convierte en adversario o enemigo. En las religiones más influyentes y
expandidas mundialmente se han podido ver actos de fanatismo desde la
decadencia del imperio romano por el cual los cristianos quemaron libros y
estatuas por inmorales y fulminaron avances en literatura y arte. Las cruzadas
fueron actos fanáticos e imperialistas que profundizaron en la disputa
centenaria entre musulmanes y cristianos, combatiendo ambos en nombre de Dios
durante la Edad Media. Otros actos contemporáneos a éstas eran la Santa
Inquisición, herramienta de supresión de la herejía.
En la actualidad algunos actos fanáticos
se han podido ver bajo acciones de grupos de la religión islámica, como los
Atentados del 11 de septiembre de 2001, cometiendo daños hacia otros ciudadanos
que difieren de sus creencias.
Generalmente se clasifica al fanático
como una persona ignorante e ingenua, con un razonamiento apenas suficiente
para justificar y defender sus creencias mediante la agresión o juzgando a los
demás como herejes. El fanático no acepta consejos ni modificaciones lo cual
hace extremadamente difícil su evolución y cambio de mentalidad. Esta
mentalidad puede además haber sido reflejo de un núcleo social en el que se ha
exaltado el deseo de suprimir a los que se oponen a sus creencias y modo de ver
la vida.
Estos mayormente va mas allá de lo
debido, es el modo desproporcionado de entender y defender una causa la cuales
le llevan a un sentido de llevar a cabo una misión, los cuales son capaces de
recurrir a todos los medios con tal de triunfar. Estos contienen una conciencia
desmedida de su propia grandeza: el fanático se identifica con la causa que
defiende, estos se alimentan del celo inquisitorial y actúa como fiscal o juez
de la verdad.
El fanatismo religioso concretamente es
la incapacidad para admitir el mundo en su diversidad y para aprender de los
otros, generando una sociedad anclada en un tiempo y una forma fija de ver las
cosas.
Se opone al movimiento que conduce a la
realidad y por tanto no se puede ver cambios en ella, lo que no da posibilidad
para el desarrollo de la vida y el descubrimiento de nuevas ideas.
Alteración
visión reflexiva
El factor religioso se ha ido
manifestando de una manera imponente en los últimos años, para bien y para mal.
La modernidad -en sus diversas expresiones, como el liberalismo, el
racionalismo y el marxismo, etc.- hizo malogrados cálculos con respecto a la
religión, con aquellas predicciones sobre su desaparición cuando la razón y su
hija predilecta, la ciencia, y su nieta, la tecnología, establecieran las
condiciones básicas para el desarrollo feliz de la humanidad. ¿Qué quedó? La frustración
y el desencanto posmoderno se están apoderando de la humanidad ante el
incumplimiento de las “profecías” de la razón liberal y marxista. La religión
ha ido tomando un lugar preponderante en todas partes, aunque con nuevas
características: en muchos casos se trata de una religión “informal”, al margen
de las grandes tradiciones e instituciones religiosas. Las rígidas
instituciones religiosas tradicionales no logran llenar el vacío dejado por el
fracaso del mesianismo de la razón y de la ciencia, y han ido apareciendo un
sinnúmero de ofertas religiosas para una humanidad angustiada y ávida de
sentido y necesitada de certezas. Esta ha sido la ocasión para que muchas
instituciones religiosas -entre nosotros, la Iglesia católica- se planteen
seriamente la necesidad de una renovación que responda a las nuevas condiciones
culturales y espirituales de la posmodernidad…
Es en este contexto donde reaparecen
algunas manifestaciones religiosas con una fuerte carga de fanatismo, que
orienta la experiencia religiosa de una manera destructiva, pues se trata de
verdaderas patologías o enfermedades. El fanatismo es como un virus que, cuando
ingresa al universo religioso de una persona o de un grupo, produce una serie
de trastornos psicológicos y sociológicos con una fachada religiosa. A la vista
están, ahora, los fanatismos islámicos que, con grande profusión están
señalando los medios de comunicación a partir de las acciones terroristas
realizadas a partir de ingredientes religiosos. Se trata de un fanatismo que ha
llegado a niveles tan destructivos que se ha vuelto una preocupación social.
Aunque el fanatismo no es exclusivo del campo religioso, pues en ocasiones
abundan los fanatismos políticos, lo hay en todas las tradiciones religiosas,
ligado a fundamentalismos e integrismos de diversos colores, así que podemos
encontrar fanáticos en todas las religiones.
¿Qué es lo que caracteriza a esta
patología religiosa? Voltaire, en su Tratado sobre la tolerancia, lo definió
como “una locura religiosa, sombría y cruel; es una enfermedad que se contagia
como la viruela”. El fanatismo se manifiesta como una exaltación o entrega
apasionada y desmedida a una idea o a unas convicciones consideradas como
absolutas y que, por lo mismo, hay que imponerlas a los demás por cualquier medio.
El fanático es terco y obcecado, intolerante y agresivo, rígido e incapaz de
diálogo, con una visión distorsionada de la realidad y una radicalización
ideológica muy intensa.
La raíz del fanatismo religioso es la
angustia del hombre ante la presencia del Misterio (Dios), que tan bien ha
descrito. La religiosidad auténtica supera esta angustia mediante la fe y la
confianza que abre al hombre ante Dios, en total disponibilidad para hacer su
voluntad, percibida ésta siempre “con temor y con temblor” mediante una
revelación…El hombre auténticamente religioso nunca tiene una seguridad
absoluta de “conocer” con exactitud la voluntad de Dios. Todos los grandes
hombres de la historia de las religiones han sentido temor e incluso han
vacilado ante la abrumadora presencia de Dios… Es el caso de Moisés, Isaías,
Jeremías y el mismo Jesús ante el drama de su pasión. Esto quiere decir que el
Misterio divino nunca es totalmente comprensible o abarcable por el
entendimiento y la voluntad humanos, tan limitados e imperfectos. La actitud
fanática, en cambio, intenta superar la angustia rechazando la fe y la
confianza y renunciando a una entrega absoluta a Dios. El fanatismo reemplaza a
la fe y maneja la inseguridad ante la presencia imponente de Dios con una
actitud de dominio y de control usurpando el lugar de Dios. En realidad, los
fanáticos talibanes rechazan a Alá aún cuando lo invoquen y usurpan su
voluntad, imponiendo tercamente sus propios intereses de poder con una fachada
religiosa. Se trata de una perversión del Islam al modo de las perversiones del
cristianismo que se han dado en Occidente con las recurrentes luchas e
intolerancias religiosas.
La insoportable angustia producida por
la usurpación del lugar de Dios, es resuelta por el fanático deslizándose en un
proceso de pérdida de la fe auténtica y de fanatización desesperada. Y cede a
la tentación de convertirse a sí mismo en fuente de verdad y felicidad
incondicional para los demás hombres, haciéndoles creer que obedeciendo sus
dictados están obedeciendo la voluntad de Dios. Cuando el fanatismo se exacerba
llega a arremeter pasionalmente contra toda oposición y cubre un amplio abanico
de posibilidades, degenerando en la violencia psicológica, moral, espiritual e,
incluso, física contra aquellos que no se atienen a su voluntad, e incluso
contra sí mismo cuando descubre su limitación, imperfección e impotencia,
llegando a desencadenar el terrorismo bajo una forma religiosa.
El fanatismo religioso es un fenómeno
que, cuando combina con otros factores de carácter económico, político e
ideológico, puede tener consecuencias desastrosas. Este puede ser un
ingrediente muy presente en algunos de los movimientos terroristas que se han
puesto en el centro de la escena mundial, de ahí que sea de mucho interés el
identificar y caracterizar la naturaleza de estas patologías religiosas,
capaces de las acciones más perversas en el nombre de Dios.
Investigación: Isabel Reyes de Iglesias
Investigación: Isabel Reyes de Iglesias
fue de mucha ayuda esta informacion
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