Petunia era una niña alegre y extrovertida, a la que sus padres Claudia y Antonio habían inculcado desde pequeña la importancia de ahorrar. Ya que, ellos con esfuerzo y trabajo eran dueños de una zapateria. Un día, su papa la llevo al parque, ella caminando vio no muy lejos algo que volaba y que quedó pegado a un palo que estaba en una esquina; mientras el resto de los niños y los adultos lo ignoraban. Se acercó, miró y era un billete de dos bolívares. Lo recogió, lo guardó en el bolsillo de su pantalón y siguió jugando despreocupada y divertida.
Al día siguiente, en su colegio, a la hora del recreo, le mostró el billete a su mejor amigo, Alejandro, además de contarle con lujos de detalles como se lo encontró: verás Ale, estaba jugando muy contenta en el parque al que siempre voy con mi papi, de repente vi algo que volaba era un billete de dos bolívares, lo supe al acercarme y recogerlo.
Alejandro exclamo: ¡tanta alharaca por dos bolívares, eso no vale nada! ¡todavía si fuera uno de quinientos, con eso si te compras un dulce!
Petunia, seria, contestó: mis padres me han enseñado que sin un centavo no se completa el millón, si nosotros ahorramos valoramos más lo que adquirimos con ese dinero, porque sabremos cuanto nos costo obtenerlo, así nos lo hayan dado nuestros padres. Pero es un buen ejemplo que damos y dejamos, no debemos despreciar algo por el simple hecho de que su valor sea inferior. Recuerda por algo existen las alcancías y los bancos, porque el que guarda siempre tiene.
Al día siguiente, en su colegio, a la hora del recreo, le mostró el billete a su mejor amigo, Alejandro, además de contarle con lujos de detalles como se lo encontró: verás Ale, estaba jugando muy contenta en el parque al que siempre voy con mi papi, de repente vi algo que volaba era un billete de dos bolívares, lo supe al acercarme y recogerlo.
Alejandro exclamo: ¡tanta alharaca por dos bolívares, eso no vale nada! ¡todavía si fuera uno de quinientos, con eso si te compras un dulce!
Petunia, seria, contestó: mis padres me han enseñado que sin un centavo no se completa el millón, si nosotros ahorramos valoramos más lo que adquirimos con ese dinero, porque sabremos cuanto nos costo obtenerlo, así nos lo hayan dado nuestros padres. Pero es un buen ejemplo que damos y dejamos, no debemos despreciar algo por el simple hecho de que su valor sea inferior. Recuerda por algo existen las alcancías y los bancos, porque el que guarda siempre tiene.
Tienes razón amiga, me disculpo -respondió Alejandro- desde hoy, seguiré tu ejemplo y practicaré el habito del ahorro. Así ayudaré a mis padres a completar la mitad del dinero que falta para comprarme una bici, en la que te invitaré a pasear todas las tardes, después de hacer los deberes del colegio.
Tiempo después, Alejandro cumplió su cometido y también la promesa que hizo a su amiga Petunia.
Tiempo después, Alejandro cumplió su cometido y también la promesa que hizo a su amiga Petunia.
Escrito Por : Isabel Reyes de Iglesias.
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